¡Mamá, quiero ser artista!

Llega un día, en la vida de todo artista, que abres los ojos. Ese día que dices: ya sé lo que quiero ser. No se trata de qué quiero hacer, es qué quiero ser. Ser artista no es sólo una profesión. Se trata de algo que va con la personalidad, nacemos como con un gen especial que nos hace ver el mundo diferente al resto (o eso creemos nosotros). En mi grupo de amigos hacemos distinción entre los que somos artistas (magos a lo Harry Potter) y los que prefieren dedicarse a la vida normal (maguels). En ningún momento decimos que uno es mejor que lo otro. Simplemente que quien sabe que es artista, no lo puede evitar. Cada día que pasa estoy más convencida de que TODOS llevamos un artista dentro, sólo que algunos lo alimentan y otros lo dejan para el fin de semana (o para el armario). Yo lo he alimentado, queriendo y sin querer, hasta convertirlo en mi particular monstruo de las galletas.

Todo ser humano que quiera ser artista (cantante, actor, improvisador, pintor, músico, escultor, bailarín…) tiene este “gen” que nos hace aburrirnos con lo convencional, necesitar algo diferente, buscar respirar de otra manera. No podemos evitarlo. Es así. Nacemos así. Y tenemos dos opciones: aceptarlo y trabajar en ello/con ello u obviarlo. Siento deciros a todos aquellos lectores que han decidido obviarlo, que ese gen, tarde o temprano, se manifestará y lo hará de manera explosiva. Y si no me crees… ¿qué puñetas haces leyendo este blog? ¡Ajá! Te pillé. Siempre has querido ser artista y hasta ahora no lo has sabido. Pues … querido amigo, ya lo sabes. Dite en voz alta: mamá, quiero ser artista.